Descripción
En Jerez hay muy pocas bodegas que hayan apostado por vinificar en añada en las últimas
décadas. Williams, Tradición, González Byass y Lustau, son algunas de las empresas que sí
tienen propuestas en este sentido. Todas estas son interesantísimas y van pasando por
Contubernio periódicamente. Lustau comenzó con las crianzas estáticas en 1989.
Huelga decir que generalmente estamos hablando de oxidativas. Proyectos antiguos en este
contexto, justifican el resquicio en las normativas del CRDO a las añadas. Es ese el resquicio
que después se ha utilizado para amparar las añadas de biológica. Hasta que Williams no sacó
sus primeros Finos de añada, la vía estaba pensada exclusivamente para oxidativas. Y es sabido
por todos que lo que no está prohibido, está permitido.
Conocí las añadas de Lustau por una cata que su enólogo Sergio Martínez tuvo a bien compartir
en Er Guerrita con un grupo de aficionados. Me llamaron mucho la atención. Mi referencia
anterior, eran de añadas de oloroso seco de Williams. De hecho, tuve la suerte de catarlas
toditas hace no mucho. Pero no son comparables.
Las de Lustau se caracterizan por tener altos porcentajes de azúcar residual. Resulta que es un
100% palomino encuadrable en la categoría específica “dulce de palomino”. La empresa
declara que en su colección The Vintage Series, cada añada marca sus propios tiempos, su
evolución y su camino, de tal forma que únicamente cuando el vino ha alcanzado su plenitud,
se embotella, sin esquemas previos ni tiempos prefijados.
Que queréis que os diga, a mí los semidulces, sean médiums o dulces de palomino, me tienen
que convencer de que son capaces de hablar con el más allá; no tienen mi confianza así de
primeras. En el caso de que tengan 20 o 30 años y más de 18% de alcohol, soy muy receptivo
y me dejo engatusar por su dulzura con facilidad. Cuando son viejos, la nariz y la boca de estos
vinos son absolutamente maravillosas.
Mira que si los ingleses cuando hablan de semidulces de Jerez están pensando en estas cosas…
Viva el azúcar cuando tienen 30 años, ¡hombre ya! En este caso hablamos de una añada, pero
también podrían ser de criaderas y soleras, como los Rare de Osborne. Éstos son otros de esos
que divierten y crean aficionados, que ya llegaran a los vinos secos si hay suerte.
Reconozco no obstante que no es tema baladí. Más de una riña he tenido con algún purista de
nombre muy conocido que no quiero chivar salvo soborno. Todavía estoy esperando que un
día entre por la puerta der Guerrita, con el rabo entre las piernas, casi sin dientes por la senectud
y rogando por un vinito dulce de aquellos maravillosos, para mojar una soletilla tierna y
endulzar su triste existencia de gruñón. Aunque bueno, después de desahogarme aquí, lo
mismo lo perdono y sigo queriéndolo.