Descripción
Ha llegado el momento de asumir el reto de poner en una bonita botella jerezana, una nueva Manzanilla
en rama y hacerlo con los honores que merece. Ha llegado el momento de sacar a pasear flores, alegría
y descaro, el descaro de la Manzanilla en la versión más comprensible de las crianzas medias.
La Bodega de El Toro es la fundacional de la empresa. Es la que compró Benigno Barbadillo en 1821
para comenzar con su aventura vinatera. Ha asistido incólume al desarrollo de la firma y sigue ahí, preciosa,
con sus nísperos y su aljibe de quién sabe cuándo. El Toro tiene cuatro naves y un patio en el que dan
ganas de perderse y darse a la charla con amigos. Cada nave tiene su nombre y sus propias condiciones
de crianza, faltaría más. Una de las naves se llama Trinidad, como la capitana de la primera vuelta al mundo.
La nave Trinidad es la que da cobijo a la Manzanilla Trinidad. Tenía que ser así.
Si quieres dejarte llevar en un viaje iniciático, esta es una vía. Otras las tienes a tu alcance con Mirabrás,
con las Manzanillas Pasadas, con Solear… tú decides. La crianza biológica tiene sus cosas. Ofrece vinos
diferentes y eso es bueno y malo a la vez. Es bueno porque es diferente; y es malo justamente por la
misma razón. Si quieres acceder a esa boca amarga y salina que te ofrece una Manzanilla de mayor crianza,
tienes que tener arrojo. Se valoran positivamente en este contexto valentía y buen gusto.
Trinidad es otra cosa. Trinidad es una puerta de entrada amable y divertida aun en la contundencia de las
crianzas medias. El resultado es un vino de marcado carácter biológico, una Manzanilla de libro,
rica y equilibrada, sabrosa, sugerente dentro de su edad alegre.
Os dejamos el vídeo de la cata hablando sobre este vino que estaba en Contubernio 14: